jueves, 2 de mayo de 2019

La elección de una escuela libre




Antes de nada, decir que lo que a continuación vais a encontrar ha sido nuestra experiencia relatada en una escuela libre o escuela activa de Valencia. Estoy segura que hay profesionales que lo hacen bien.  Pero hay que ir con cuidado al no estar reglado y estar fuera de controles en la elección que se hace.

De poder volver atrás en el tiempo, no elegiría esta opción de nuevo. Me he dado cuenta que el paso del tiempo conlleva  una serie de inconvenientes que al final a quien más repercute es a nuestros hijos e hijas.






3 de Mayo. Época de matrículas en los colegios para nuestros pequeños. Momentos removidos e intensos para nuestra familia por una gran mala elección que hicimos cuando nuestro hijo tenía tres años.

En su momento, teníamos muy claro que el ´SISTEMA´estaba equivocado. Lo habíamos vivido en la etapa escolar en nuestras propias carnes. El momento del embarazo y parto me habían puesto en contacto de nuevo con el Sistema. Viví  como el patriarcado se enfadaba al decidir sobre mi cuerpo y mi hijo estado embarazada (esto ya lo he contado en una antigua entrada del blog). Ambos, su padre y yo, teníamos claro que el momento de llevar a nuestro hijo a un espacio para convivir con otros niños y niñas e ir aprendiendo sería en una escuela libre o activa.

No estar reglada ni sujeta a normas del Sistema nos parecía perfecto. Dimos por supuesto muchas cosas. Dimos por supuesto que se trataba de una escuela libre donde primaba el desarrollo emocional. Dimos por supuesto que había una mirada y cuidado hacia los pequeños y las pequeñas. Dimos por supuesto que eran profesionales y que además, al abrir un espacio de esta índole, compartíamos una serie de valores. Dimos por supuesto que habría cierta organización de estímulos a un nivel didáctico e intelectual. En definitiva, dimos por supuesto, que sabían lo que tenían entre manos.

A día de hoy me he dado cuenta de que el proyecto no es más que un arranque de valentía por parte de unas personas en abrir un espacio donde educar a sus propios hijos y que por suerte para ellas, ha ido asentándose sin más garantía que la suerte. 

Aunque es cierto que hubieron desbandadas de padres en alguna que otra ocasión que decidieron al unísono terminar en ese espacio y puso en jaque al cole.

Otras familias de forma no lineal han ido decidiendo acabar su relación con el espacio porque quizá para infantil esté bien, pero no para más mayores (cosas que he oído de padres que ya no están) . Por ello, a día de hoy, el espacio cuenta con muy pocos niños/niñas mayores. Algo que es un problema a la hora de poder escoger amistades y hace que sea un tanto endogámico. 

Desde el principio vimos que a nivel educativo, estaban faltas de material y estructura. Algo que una vez dentro del cole, fuimos siendo conscientes que era evidente, incluso más acentuado de lo que pensábamos.

Al espacio lo llamo cole porque en realidad, ese es el uso que hacemos los padres llevando a nuestros hijos e hijas allí. Y ese es el sentido de las personas que lo crean y dirigen a pesar de que firmas una hoja donde afirmas que eres conocedora que aquello no es un colegio.

Nuestra historia comenzó cuando nuestro hijo mayor cumplió los tres años. Momento en el que entró en ese espacio. Estuvimos dos años y medio de adaptación. En aquel momento nos pareció que éramos afortunados de poder contar con un espacio así el cual nos permitía hacer la adaptación que nuestro hijo necesitaba. Pensábamos que nuestro hijo era ‘especial’ porque esos tiempos eran muy superiores a la necesidad de adaptación del resto de peques de aquel espacio. Ahora sabemos que la persona con la que debía crearse una vinculación afectiva no estaba ‘disponible’ para dicho vínculo y por ello nuestro hijo no quería permanecer en el espacio. Lamentablemente era su cuidadora y tutora, y lamentablemente lo fue los cinco años que estuvo en ese cole nuestro hijo. Era una de las dos fundadoras que quedan.

Como os decía, su padre y yo pensábamos que era un problema de nuestro hijo. Pero como bien nos ha explicado la psicóloga a la que hemos tenido que ir por lo que vivió en ese espacio nuestro pequeño, un niño no se puede vincular si no hay un adulto disponible. Esta situación se repite en ese espacio al menos que yo sepa con otro niño que no es nuestro hijo.

He aprendido que hay que escuchar activamente a nuestros hijos y hay que dejar la lógica adulta de lado. También los propios intereses y miedos. De haberlo hecho, le habríamos ahorrado años de sufrimiento a R, nuestro hijo. De ahora en adelante, haré uso de la letra R para hablar de mi hijo.

Algo que me llamaba mucho la atención por parte de su cuidadora y tutora, es que cuando le mencionaba que quería llevar a una psicóloga a R, continuamente me daba argumentos para no hacerlo. Especialmente había un argumento repetitivo de miedo. De lo peligroso que era llevar a un niño a una psicóloga. No voy a ir más allá en esta cuestión, pero era algo que me llamaba poderosamente la atención.

Nuestras conversaciones con esta mujer, tutora y acompañante de R, eran en torno a los problemas de adaptación y de relación social. R no pintó hasta casi los 5 años. No le interesaban nada las letras ni números hasta los 7 años, momento en que lo sacamos de ese espacio. Ahora está feliz aprendiendo y lo dice y subraya R. Le gusta aprender. Según su acompañante R tenía conflictos emocionales en 'proceso' que se veía afectada la capacidad de asimilación e interés académico.

'Proceso’. Palabra que les encanta utilizar. Que si ‘proceso’ por aquí, que si ‘proceso’ por allá…. Es algo que he hablado con la otra familia que se ha marchado del centro por lo mismo que nosotros y nos reímos mucho porque de veras, que no paran de utilizarla y parece que le da cierta seriedad, que saben lo que hacen e incluso, que hacen algo !.

Los años fueron pasando y veíamos ciertos comportamientos no comunes, que al principio, y respaldados por las explicaciones del centro y de la tutora, aceptamos y entendimos hasta que la situación llegó a ser insostenible.

Con la llegada del hermano de R, la situación en casa iba haciéndose cada vez más violenta. R cada vez tenía más miedos y eran más paralizantes. Apenas había evolución en otras áreas. Socialmente veíamos que estaba teniendo problemas pero cuando nos reuníamos con la tutora y acompañanante de R, nos decía cosas que queríamos oír, y dejábamos de oír y leer situaciones que nuestro hijo estaba viviendo. Hasta nos llegó a decir que nuestro hijo era líder natural. Cosa que nos gustó mucho. Hoy sé que nuestro hijo fue marginado por relatos que he ido oyendo desde que abandonamos a mitad curso el centro.

Lindezas de este tipo hay muchas. 

Recuerdo muy bien un día de adaptación de mi hijo pequeño en ese cole donde mi hijo mayor, R, en el momento en que yo me iba con mi hijo pequeño una vez terminada la jornada de adaptación del peque, R se quería venir. A las 13 horas era el momento de comer. A las 12.30-12.45 horas solíamos abandonar el espacio y R se quedaba a regañadientes, pero claro, R era tan especial, que era algo normal que se quisiera venir y no quedarse en aquel maravilloso espacio donde no tenía ninguna vinculación con ninguna adulta y donde no tenía niños con los que jugar y ser aceptado. Bueno, sí, el grupo de niños que lo aceptaban le hacían bullying. Era un escenario maravilloso, ¿verdad?. Qué raro que se quisiera venir mi hijo a casa cuando veía como su hermano pequeño y yo abandonábamos el espacio.

Pues como os contaba, recuerdo un día en concreto en el que R quería venirse.  Y claro, como es un espacio sin medios, no había nadie que pudiera gestionar aquella situación. Vino muy enfadada la tutora y generó una situación tan poco cuidadora su incapacidad de acompañar el momento emocionalmente y su incapacidad de gestionar la situación, que me puse a llorar. Su respuesta fue que tenía a los niños en la mesa y no podía estar solucionando el problemas que estábamos generando R y yo. Me hizo sentir muy mal ella con su incapacidad de gestionar el momento, y mi malestar lo derivé en R culpándole. Pero en realidad, ella no supo gestionar la situación. Y si el motivo de que su comportamiento fuera tan poco empático y de tan baja inteligencia emocional porque no habían ‘medios’ para realizar acompañamientos y que a la vez alguien cuidara del resto de niños comiendo, era algo que ponía de manifiesto todos los momentos que se quedarían sin cubrir de atención hacia esos niños. Esto sucedió en Septiembre-Octubre y la verdad, es que fue un momento muy desagradable y que dejó entrever el tipo de persona que supuestamente cuidaba a mi hijo cuando estaba en aquel espacio y el bajo nivel de desarrollo emocional por no hablar de la empatía. Fue un gran momento ejemplificador de qué sucedía allí.

Tristemente es un espacio sin medios porque al estar ‘fuera de’ todo marco legal como centro educativo, no recibe apoyo de Educación y no hay filtros ni chequeos estándares por lo que todo es un hacerlo como se puede. Desde la alimentación (tipo de alimentación y cantidades), como la higiene, acompañamiento emocional y académico,…

Os preguntaréis como sabiendo esto, manteníamos a nuestro hijo mayor y además, acabábamos de incorporar al pequeño. Pues bien, desde el primer momento fuimos conscientes de que académicamente el espacio dejaba mucho que desear pero estábamos dispuestos a sacrificar la parte académica en pro de la emocional. Supuestamente, sabían de esto, de lo emocional. Al principio de entrar, estás atenta a otras cosas, las que te importan y sueles no prestar atención a detalles. Con el paso del tiempo, vas viendo que la dieta es ‘vegetariana’ porque no hay economía para introducir carne para aquellos niños y niñas que así lo deseen. Que no hay una dieta semanal realizada por nadie que tenga titulación o formación al respecto. Que a la postre, el menú de los y las peques suele ser casi a diario pasta o arroz, muchas veces blanco sin más. Y lo mejor es que te van a dar muchas explicaciones muy razonadas del motivo por el cual no se hacen comidas elaboradas. La comida no se pone en bandejas sino que va al centro de la mesa. Por lo que si tu hijo o hija es vergonzoso/a, ¿crees que va a lanzarse sobre el resto de compañeras/os para servirse si además las cantidades son escasas?. 

En una cocina de un cole del sistema, hay cocineras y cocineros que además saben las normas protocolarias de higiene y preparación de comida cuales son. En este espacio, una madre tuvo que pedir que quitaran un trozo de yute como tirador de un cajón o puerta de la cocina. Cosas básicas de higiene, mantenimiento de refrigeración de la comida, etc no hay ningún control más que la buena voluntad de la cocinera. 

Si pasamos a la higiene del baño,… En las últimas jornadas de puertas abiertas a las que asistí, decidí limpiar uno de los baños en los que iría la gente que acudiera a las jornadas. Era vergonzoso el nivel de poca limpieza. De hecho hacía un año que habían hecho obras en el baño y aún estaba por limpiar los restos de obra.

De este tipo de cosas, vas siendo consciente y dandole importancia conforme pasa el tiempo. Unido a la falta de estimulo y acompañamiento intelectual por las propias carencias de estructura y personal del espacio, hace que sea un suma y sigue.

Cuando transmites ciertas irregularidades que sabes que no son admitidas en protocolos de coles del sistema, la respuesta puede ser bastante disparatada. En cinco años no dije nada, y cuando lo hice, la respuesta fue poco más o menos que ‘esto es mi cortijo’. Y efectivamente, así es. Y si no te gusta, te invitan a que te vayas.

Me sorprendió mucho esta invitación tras la primera reunión con la tutora de mi hijo pequeño ya que como os decía, nunca antes había trasladado al centro ninguna queja a pesar de tenerlas. Este es un problema, ya que al no haber regulación porque esta fuera de todo control por parte de organismos, ante situaciones importantes, tienes poca capacidad de intervención. Y va la salud de nuestros pequeños en ello, no es una broma.

También es cierto, que este tipo de respuestas cortantes ante una primera queja de invitarte a irte del espacio hace gala de su proceder y calidad de acompañamiento emocional. De sus capacidades.

Pues como os decía, poco a poco, y con el tiempo, vas sumando momentos y situaciones y hacen que decidas marcharte. Aunque esta marcha puedes posponerla años si te da miedo lo que crees que puede hacer el sistema con tu hijo o hija. 

En nuestro caso, sucedió algo tan gordo, que la marcha fue inmediata y rápida cuando fuimos conscientes. 

El motivo por el que salimos del cole en enero y estamos en casa fue que durante varios años mi hijo mayor, R, ha estado sometido a bullying en su día a día. El problema fue que al creer que lo llevábamos a un espacio en el cual se cuidaba especialmente todo esto, desactivamos toda herramienta de detección. Porque claro, tu hijo no viene y te dice: 

-Mamá, en el cole me hacen bullying emocional y físico. Sino que la forma de saberlo es cómo estáis en casa.

Nuestra situación era de malestar máximo. Muchísima violencia. La violencia se pasa. Tal como os contaba antes el suceso de la violencia que viví con la acompañante de R cuando no pudo/supo/quiso gestionar la incidencia de nuestra marcha y el querer unirse R a nosotros. Esa violencia que recibí, se la pasé a mi hijo. Pues así sucede con la violencia. Si existe es porque quien la genera la está recibiendo de algún sitio. En casa mi hijo pequeño desde que nació ha recibido golpes continuados, insultos, marginación en los juegos… todo por parte de R. Y ahora sabemos que R no hacía otra cosa que reproducir lo que vivía. Era su forma de mostrar el malestar y su necesidad de pasar esa violencia y no quedársela.

Llegó un momento en que a pesar de las recomendaciones de la tutora de R, decidí llevarlo a hacer tests para ver si tenía hiperactividad, o qué estaba sucediendo porque el comportamiento general no era normal, ya eran siete años y era insoportable.

Resumiendo para no hacer mucho más larga la entrada, deciros que era un Cuadro de Ansiedad por Bullying. Fue sacarlo del cole y la situación cambió radicalmente de un día otro. Pero tanto en la forma de relacionarse en casa como en el interés académico.

Estamos en Mayo. Nos fuimos en Enero. La persona que me abrió los ojos y me permitió prestar atención al discurso de mi hijo fue la psicóloga. Fue un día que lo recogí del cole y una situación dentro del coche antes de arrancarlo hizo que con los ojos llorosos y la cabeza baja dijera:
-No aguanto más dolor hoy.

En ese momento me armé de paciencia e intenté no transmitir nada más que confianza en él para que me contara lo que había vivido. Describió una paliza. Uno lo agarraba por la espalda para que el otro le pegara. Si intentaba desasirse, la violencia era más fuerte, los golpes y lugares donde se pegaba eran más sensibles y había más fuerza.

Todo disfrazado de un juego. Se pegaba a quien tenía la pelota. Y a pesar de soltar la pelota mi hijo, el juego era tirársela y aunque se deshiciera de la pelota y aunque dijera que no quería tenerla él, se le pegaba igualmente.

Cuando le pregunté cual fue el motivo por el que se detuvo el juego, la respuesta fue terrible. Le pregunté si era porque alguna acompañante lo había visto. La respuesta fue que no. Si era porque en una de esas veces en que pidió que cesara el juego, se le hizo caso. La respuesta fue que tampoco. El motivo por el cual dejaron de pegarle fue porque llamaron a comer.

Durante ese curso, en vez de recogerlo a las 16 horas, lo recogía a las 14 horas porque mi hijo no comía nada. Podía pasar el día con una manzana en el cuerpo. Con unas pocas almendras, otro día. Era un problema importante. Así que tras varios años de vivir esta situación y de ir acentuándose, además de adquirir conocimientos  yo sobre la importancia de no saltarse comidas, decidí recogerlo habitualmente a las 14 horas, aunque algún que otro día se quedaba hasta las 16 horas. Cuando la respuesta fue que dejaron de pegarle porque era la hora de la comida, pude entender por qué mi hijo no comía en aquel centro y sí lo hacía en su casa, en casa de abuelos, tíos, etc 

Habían mañanas que cuando subíamos la rampa del camino del cole, me decía que le dolía la barriga. Yo sabía que era por miedo, pero pensaba que era ese problema suyo de jó, hijo, cómo te cuesta tras cinco años aún no estás bien en este cole tan maravilloso donde mejor no te van a cuidar. Esto se lo he llegado a decir. Mejor que aquí, no vas a estar.

Ahora sé que es una característica de los niños y niñas que viven abusos físicos y emocionales en los coles. El dolor de barriga o sentir malestar momentos previos a la incorporación al cole, puede ser de camino al cole o el día antes (un domingo,…).

Conforme pasa el tiempo, va sacando y me va contando cosas. La acompañante/tutora estaba pegada al móvil según algunos niños y por tanto no estaba pendiente de qué sucedía y si sucedía algo, enjuiciaba subjetivamente porque no sabía qué había pasado. No había chequeo de qué sucedía en el espacio. 

¿Anéctdotas? Tengo unas cuantas y para quien le interese, allá van:

  • Hicimos mi marido y yo una formación con Tinus Wijjnaker, creador de la escuela activa A La Vida. Durante la formación, mencionó algo que se me quedó grabado. Cuando en su cole detectaban problemas de vinculación con el espacio o problemas de relación de la niña o el niño, se comunicaba a los padres.
Recuerdo mirarnos con complicidad mi marido y yo, y ambos creer que a pesar de nuestra comunicación con la tutora/acomañante de R de que esto que justo que mencionaba Tinus estaba sucediéndole a nuestro hijo, su respuesta era otra. Nos cambiaba la realidad. Era un líder natural…. Eramos nosotros que no estábamos en el cole 5 días a la semana mínimo 5 horas al día los que intuíamos que algo no estaba bien, pero no sabíamos el qué. Ella debería haberse dado cuenta especialmente con las indicaciones que le hacíamos y el comportamiento del niño: -no querer quedarse, no comer, no participar en actividades, bloqueo emocional….

  • Una de las veces que fui a recoger durante estos tres meses a las 14 horas a R, en un abrir y cerrar de puerta, una de las fundadoras del centro me dijo que mi hijo no comía porque tenía un problema con la madre.
Imaginaros a día de hoy, qué puedo pensar de esta persona que además se está formando como terapeuta. Jugando a hacer ¿diagnósticos?, no, más bien, juicios. Cuando tenía un problema inmenso delante de sus narices con un sinfín de síntomas que leer, y su comportamiento fue hacer un veredicto de culpabilización de la madre cuando nadie se lo pidió, que además, fue bastante errado y muy enjuiciador en lo que cuesta abrir una puerta, que salga el niño y cerrarla. Eligió el momento para decir algo así.

  • Por supuesto R está en terapia y tras salir un día de terapia, R vio un par de palomas, una de ellas, con la cabeza pelada. Me dijo que mirara a la paloma, que qué graciosa estaba calva. Le dije que no era calvicie, que tenía la cabeza sin plumas porque podría ser que otra paloma la hubiera agredido. Su respuesta fue que debía de ser un amigo. Tras cinco años en esta escuela libre mi hijo sale con conceptos tan básicos de qué es la amistad y qué hace alguien que te quiere completamente confundidos. Es demoledor.

  • Cuando decidimos salir del cole, la respuesta del mismo dejó muchísimo que desear. La tutora/acompañante nunca me llamó ni envió un whatsapp. Durante un verano estuve cuidándola con tratamientos de medicina alternativa. Supuestamente fue acompañante de mi hijo durante cinco años (digo supuestamente porque poco lo acompañó). Dejando de manifiesto su nivel de inteligencia emocional, su escasa capacidad de gestionar emociones, su falta de humildad en pedir disculpas además de su poca capacidad de vinculación. Todo un ejemplo para nuestras niñas y niños. 

  • La falta de sororidad por parte de otros padres del centro. Los padres del niño agresor nunca se han puesto en contacto con nosotros a pesar de tener relación durante el tiempo que fue al cole R. Nunca se han disculpado o preocupado por saber qué daño causó su hijo al nuestro. Sí me llamó para saber por qué nos habíamos ido del centro abruptamente, y cuando le dije porque su hijo junto a otro le habían dado una paliza al mío y que no era eventual, ya nunca supe más. Alguna que otra familia llamó para saber qué había sucedido como propio interés, pero fueron pocas. Hubo únicamente una familia que se comunicó desinteresadamente con nosotros.


Nos encontramos ante una situación difícil. Pocas opciones tenemos ya que al tener más edad de los tres años, la mayoría de opciones chulas de dentro del sistema están copadas.

3 de Mayo. Época de matrículas. 



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2 comentarios:

  1. Hola Maria,
    Podría escribir mil cosas pero solo un par de palabras bastan: rabia y ánimo.
    Deseo que R viva tan feliz como vosotros lo planeasteis.
    Suerte y salud.

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    1. Muchas gracias. Estamos en el 2023 y su diagnóstico es Estrés post traumático cronificado. Probablemente la vida de R se vea de por vida limitada por su estancia en Tierra de niños y niñas de Godella, Valencia. A día de hoy siento más lástima por esa escuela, su gerencia y demás. Mi hijo fue dañado allí, pero hemos vivido cosas increíbles en su recuperación. Me enfoco en la esperanza de que recupere su espontaneidad y libertad como ser humano que le fue arrebatado por la mala gestión emocional de aquel espacio de educación alternativa.

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